El Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) reafirma con vigor su llamado a ser una Iglesia en camino, sinodal y al servicio de los pueblos de América Latina y el Caribe. Esta vocación, lejos de ser una novedad, resuena con la fuerza del Evangelio, que siempre nos impulsa a la cercanía con quienes más sufren y a la construcción de un mundo más justo.
Así lo expresó recientemente Óscar Elizalde, director del Centro para la Comunicación del Celam y consultor del Dicasterio para la Comunicación, durante una entrevista para Radio Vaticana.
El CELAM: Un Compromiso Profético con la Iglesia y los Más Vulnerables
El Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) reafirma con vigor su llamado a ser una Iglesia en camino, sinodal y al servicio de los pueblos de América Latina y el Caribe. Esta vocación, lejos de ser una novedad, resuena con la fuerza del Evangelio, que siempre nos impulsa a la cercanía con quienes más sufren y a la construcción de un mundo más justo.
Uno de los momentos más emotivos fue la lectura del telegrama enviado por el Papa León XIV, en el que reafirmó al Celam como “signo de colegialidad, órgano de contacto, colaboración y servicio”. Para Elizalde, este gesto del Sucesor de Pedro “fue un abrazo fraternal y una confirmación de la vocación del Celam de articular y acompañar a los obispos del continente, en la construcción de orientaciones y líneas pastorales, tal como se ha hecho en las históricas cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano”.
Queremos destacar la renovada apuesta del CELAM por una Iglesia cercana, participativa y comprometida con las realidades sociales de nuestra región, especialmente con los más empobrecidos, en línea con el magisterio del Papa Francisco.
En un tiempo donde la fe es interpelada por desafíos urgentes, el CELAM emerge como una voz que no teme al compromiso. Su vocación sinodal no es un mero ejercicio de democracia eclesiástica, sino una invitación a caminar juntos, escuchándonos, discerniendo y actuando en sintonía con el Espíritu. Es la vida de los pueblos latinoamericanos y caribeños, con sus gozos y sus esperanzas, sus dolores y sus angustias, la que interpela a esta Iglesia que busca ser samaritana.
Recién celebrada su 40ª Asamblea General en Río de Janeiro, coincidiendo con el 70º aniversario de su fundación, el Celam mira hacia el futuro con renovado compromiso de servicio pastoral, arraigado en la sinodalidad y atento a los clamores sociales y ecológicos de la región.
Elizalde señaló: “Fue como volver a los orígenes, porque el Celam nace en 1955 justamente en Río de Janeiro, y esta asamblea conmemorativa fue también un reencuentro con esa memoria fundante, iluminada por la fraternidad episcopal”.
El servicio del CELAM a la Iglesia de la región se traduce en acciones concretas que buscan construir puentes, fomentar la solidaridad y denunciar las injusticias. Esta es la Iglesia que sale al encuentro, que se hace presente en las periferias existenciales y geográficas, donde la vida clama por dignidad y justicia. Una Iglesia que no se conforma con discursos, sino que se arremanga para transformar realidades existenciales.
Así, el Celam se proyecta como signo vivo de comunión para la Iglesia en América Latina y el Caribe, fiel a sus raíces, abierto a los signos de los tiempos y comprometido con un futuro de esperanza para todos los pueblos. En este camino, el CELAM nos interpela: ¿Estamos realmente dispuestos a encarnar el Evangelio en nuestras vidas y comunidades, llevando esperanza a los despojados y defendiendo la verdad frente a los poderosos?
Nota basada en [Observatorio Sinodalidad]. Curada y adaptada por catolic.ar con criterio editorial propio.
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