La mañana del jueves 10 de abril fue testigo de un momento de recogimiento espiritual en la Basílica de San Pedro. El Papa Francisco, sin convocar cámaras ni actos protocolarios, se acercó personalmente a la tumba de San Pío X, uno de sus predecesores más recordados por su entrega pastoral y su defensa de la fe.
El Santo Padre llegó a pie desde la Casa Santa Marta y permaneció en oración ante el cuerpo incorrupto del Papa Giuseppe Sarto, que reposa en la capilla de la Presentación de la Virgen, en la nave derecha de la Basílica. Esta visita silenciosa, no incluida en la agenda oficial, muestra nuevamente la dimensión espiritual y personal que el Papa imprime a su ministerio.
San Pío X, canonizado en 1954, es una figura de gran importancia para la Iglesia. Conocido por promover la comunión frecuente y por impulsar una profunda reforma litúrgica y doctrinal, su ejemplo sigue siendo fuente de inspiración para muchos fieles. Francisco, al igual que él, ha manifestado en numerosas ocasiones su preocupación por una fe vivida de manera auténtica, sencilla y comprometida.
Este gesto espontáneo del Papa Francisco pone de relieve su cercanía a los santos y su deseo constante de poner a Dios en el centro, también en medio de su apretada agenda. En tiempos de preparación para el Jubileo de 2025, este tipo de actos ayudan a renovar el espíritu de oración y peregrinación al que está llamada toda la Iglesia.
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