Mientras el Parlamento británico se prepara para votar una ley que legalizaría el suicidio asistido, la Iglesia alza la voz y denuncia un peligroso retroceso ético. Si se aprueba, podría forzar a hospicios católicos a cerrar sus puertas. ¿Qué dice esto sobre el valor que le damos a la vida cuando más frágil se vuelve?
Por Redacción catolic.ar
En el corazón de Europa, donde las grandes decisiones morales se disfrazan de progresismo legal, la Iglesia Católica vuelve a ser faro y trinchera. En el Reino Unido, una nueva batalla se libra en silencio: el Parlamento está por votar un proyecto de ley que permitiría el suicidio asistido en adultos con enfermedades terminales. Y la Iglesia ha advertido, con una claridad profética, que las consecuencias podrían ser devastadoras para la integridad de los cuidados paliativos y la existencia misma de los hospicios católicos.
El proyecto, impulsado por la diputada laborista Kim Leadbeater, propone habilitar que mayores de 18 años, con diagnóstico terminal, puedan recibir ayuda médica para morir. Aunque sus defensores lo presentan como un acto de compasión y libertad, los obispos británicos alertan que es, en realidad, una amenaza directa a las instituciones que se dedican a cuidar, no a matar.
Una declaración firme, firmada por el cardenal Vincent Nichols (Westminster) y el arzobispo John Sherrington (Liverpool), pone el dedo en la llaga: si se aprueba la ley, hospicios y residencias católicas podrían ser obligados a colaborar con el suicidio asistido. La falta de cláusulas de objeción institucional, la presión financiera y las futuras regulaciones del Estado pondrían contra la pared a instituciones cuya misión es cuidar la vida hasta su último suspiro natural.
❌ ¿Qué está en juego?
Cuatro grandes mecanismos de coerción se han identificado como probables consecuencias de la nueva ley:
- Regulaciones ministeriales impuestas sin debate parlamentario, que podrían obligar a hospicios a ofrecer el suicidio asistido como “prestación de salud”.
- Condicionar los fondos públicos, tanto a nivel estatal como local, al cumplimiento de esta legislación. Como ya sucede en Canadá, donde instituciones católicas han debido cerrar por no aceptar prácticas contrarias a su fe.
- Imposición de “derechos” individuales sobre la libertad institucional, permitiendo que empleados de hospicios actúen por cuenta propia incluso contra los principios del lugar.
- Demandas legales bajo leyes de igualdad y derechos humanos, que podrían obligar a practicar el suicidio asistido dentro de las mismas instalaciones católicas si un paciente así lo exige.
El comunicado de los obispos no es retórico: “Existe un peligro real y significativo de que los hospicios católicos tengan que retirar sus servicios si esta ley se convierte en realidad”. Y añaden con tono grave: “Ya se han rechazado enmiendas que habrían protegido a las instituciones. Los comentarios de los ministros y patrocinadores del proyecto confirman que nuestras preocupaciones están justificadas”.
🕯️ Hospicios católicos: donde la vida se abraza hasta el final
Muchos de los mejores centros de cuidados paliativos en el Reino Unido —como el St. Joseph’s Hospice en Hackney— han reiterado que no pueden, bajo ningún concepto, incorporar el suicidio asistido en su praxis. “Ni aceleramos la muerte, ni la postergamos. Acompañamos la vida, la abrazamos. Y aceptamos la muerte natural cuando llega”, afirmó la institución en octubre de 2024.
La postura de estas casas no es fanatismo ni negación del sufrimiento. Es una elección ética y espiritual. En lugar de abrir la puerta a la muerte provocada, sostienen el paradigma del cuidado compasivo, del alivio del dolor y de la dignidad humana hasta el último instante.
El Papa Francisco lo ha dicho con claridad desgarradora: “La eutanasia y el suicidio asistido son derrotas humanas. No son señales de progreso, sino de una medicina que ha perdido el alma” (Discurso a la Federación Europea de Cuidados Paliativos, 2022). Y su denuncia va más allá: “La cultura del descarte está detrás de estas prácticas, donde el débil y el vulnerable son eliminados”.
🌍 Un tema mundial, una señal para Hispanoamérica
Lo que hoy se debate en Londres podría ser el espejo de lo que viene para el mundo hispanoamericano. En países como Colombia, España, Chile o México, el avance legislativo de la eutanasia y del suicidio asistido viene ganando terreno bajo ropajes de autonomía. Pero ¿autonomía de quién, si las estructuras de salud fallan, el acompañamiento espiritual escasea y la familia está fragmentada?
¿Acaso no es el verdadero desafío invertir en cuidados paliativos, humanizar la medicina, acompañar a los que sufren con ternura y no con una receta letal?
Lo que está en juego no es sólo una ley. Es el alma misma de una civilización: si el sufrimiento nos vuelve descartables o si, por el contrario, nos vuelve más humanos.
🔚La Iglesia, una vez más, se planta en el centro del debate: no con odio, sino con una ternura profética que dice la verdad aunque duela.
Que no nos gane el miedo a sufrir. Que no nos venza la lógica del descarte. Que no nos acostumbremos a una medicina sin alma.
🔗 Nota elaborada por catolic.ar a partir de diversas fuentes periodísticas y eclesiales.
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