En el marco de este Viernes Santo, los cristianos se reúnen para recordar la muerte redentora de Jesús en la cruz, una entrega de amor sin límites por la humanidad. En entrevista para ADN Celam con la religiosa alemana Birgit Weiler, de la Congregación de las Hermanas Misioneras Médicas, se habló sobre el significado de este día en un mundo que sigue sufriendo el flagelo de la desigualdad, la violencia y la exclusión.
La teóloga Birgit, consultora del Sínodo y quien lleva más de 30 años comprometida con la labor social y espiritual de la Amazonía peruana, nos invita a vivir este Viernes Santo no solo en recogimiento, sino también en acción solidaria hacia los más necesitados.
La cruz, un puente entre el cielo y la tierra
Para la hermana Birgit, la cruz que contemplamos en este día no está vacía; antes bien lleva el cuerpo sufriente de Jesús, que se convierte en puente entre el cielo y la tierra. Jesús, al estar clavado en el madero sagrado, manifiesta el amor más profundo hacia la humanidad, especialmente fijando su mirada en el marginado y excluido.
«Dio testimonio del amor misericordioso, compasivo, gratuito y desbordante de Dios para todos, pero de modo preferencial para las personas más pobres y vulnerables . Jesús se identificó con las personas que sufrían, aquellas que eran consideradas ‘sobrantes’ por la sociedad. En su sacrificio, nos invita a reconocer a estas personas como hermanos y hermanas», expresa la religiosa.
El sufrimiento de Cristo y la respuesta humana ante la violencia
En un mundo marcado por las injusticias y las guerras, ¿cómo podemos acompañar el sufrimiento de Cristo en los pueblos que más sufren? Frente a este interrogante, la teóloga alemana recuerda que, al contemplar a Jesús en ese madero la exhortación es a abrir el corazón sin límites al amor desinteresado y compasivo del que sufre. “Jesús, al dar su vida por todos, nos invita a despojarnos de los egoísmos y divisiones que nos separan y nos invita a reconocernos como miembros de una sola familia humana”.
Es por ello que, la liturgia del Viernes Santo no es solo una mirada pasiva hacia el sufrimiento y el dolor, sino un llamado a la acción: «No basta con estar ahí mirando a Jesús en la cruz. Debemos preguntarnos qué podemos hacer para disminuir el sufrimiento de los pueblos y contribuir a una cultura de solidaridad y apoyo mutuo», enfatiza.
El sufrimiento en la Amazonía: signos de esperanza
En la Amazonía, lugar también marcado por el dolor, la indiferencia y la violencia contra la tierra y sus pueblos, la misionera destaca los esfuerzos que día a día realizan de manera especial las comunidades indígenas que de forma pacífica luchan por proteger su territorio. Estas comunidades son ejemplos de resistencia y esperanza, trabajando en proyectos sostenibles y preservando los ecosistemas frágiles frente a la minería y la tala ilegal.
«Las mujeres de la Amazonía están al frente de esta lucha por la vida. Son ellas quienes más cuidan la tierra y la vida, asegurando que la Amazonía no sea destruida. Estos esfuerzos son signos de esperanza, incluso en medio de un dolor profundo», agrega.
Adoración de la Cruz y compromiso social
Antes de concluir su reflexión sobre la Adoración de la Cruz, la religiosa misionera, recuerda que la cruz no solo es un signo de sufrimiento, sino de paz. «Jesús, al no responder a la violencia con más violencia, nos enseña que la verdadera fuerza está en el amor y en la misericordia».
Asegura que la esperanza para ese Año Jubilar, está centrada en la fe a Jesucristo que debe comprometer a todos de manera decidida y coherente en una práctica de la no violencia en cualquier ambiente. “Eso va de la mano con fomentar una ‘cultura del encuentro’ y del cuidado mutuo”, apunta.
«En la cruz, Jesús nos ofrece una lección de no violencia. Al orar y reflexionar sobre su sacrificio, debemos comprometernos a vivir de acuerdo con esos valores: el amor al prójimo, la paz y la justicia. Estos principios deben guiarnos en nuestra vida diaria y en nuestro trabajo por una sociedad más justa y equitativa», concluye la hermana Birgit.
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