La Misa Crismal se ha celebrado este año en el Vaticano con la ausencia del papa. Una celebración en la que los sacerdotes renuevan sus promesas.
En esta ocasión, el Cardenal Domenico Calcagno, ha presidido y pronunciado la homilía como delegado de Francisco.
CARDENAL DOMENICO CALCAGNO
Queridos sacerdotes, cada uno de nosotros tiene una Palabra que cumplir. Cada uno de nosotros tiene con la Palabra de Dios una relación que viene desde lejos. Ayudemos también a que otros encuentren las páginas de su vida: tal vez a los esposos, cuando eligen las lecturas de su matrimonio; o a quienes están de luto y buscan pasajes para encomendar el difunto. Hay una página vocacional, por lo general, al comienzo del camino de cada uno de nosotros.
Después, llegó el momento más remarcable de esta celebración: la bendición de los óleos. Oleo para enfermos, óleo para catecúmnos y el óleo del santo crisma. Uno a uno, se iban bendiciendo
CARDENAL DOMENICO CALCAGNO
Derrama tu santa y bendita bendición, para que cuantos reciban la unción obtengan consuelo en el cuerpo, en el alma y en el espíritu, y sean liberados de toda enfermedad, angustia y dolor. Que este don de tu creación se convierta en aceite santo bendecido por ti para nosotros, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
Una jornada especial donde la Iglesia recuerda la institución del sacramento del sacerdocio. Durante la ceremonia se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos que los sacerdotes utilizarán durante el resto del año para administrar algunos sacramentos.
BAM
