La sinodalidad, promovida con vigor por el Papa Francisco, representa un modelo eclesial que busca transformar las estructuras tradicionales mediante la participación activa de todos los bautizados.
Néstor Ojeda
Este concepto, lejos de ser una abstracción, exige una implementación concreta en cada nivel de la Iglesia, desde las diócesis hasta las comunidades parroquiales. Sin embargo, su aplicación enfrenta resistencias, lo que plantea la pregunta: ¿tiene la sinodalidad un futuro real o es solo una ilusión?
Fundamentos teológicos y eclesiológicos
La sinodalidad no es una moda pasajera ni una estrategia administrativa, sino una dimensión constitutiva de la Iglesia. El documento La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia (2018) del Papa Francisco señala: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. La Iglesia, como “Pueblo de Dios peregrino y misionero” (LG 9), encuentra en la sinodalidad su forma de ser y de actuar en el mundo.
El Papa también ha reiterado esta visión: “Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha… en la que cada uno tiene algo que aprender” (Discurso de apertura del Sínodo sobre la Sinodalidad, 2021). Esto implica que la comunión jerárquica no es un obstáculo para la participación de todos, sino su garantía.
Implementación en diócesis y parroquias
Estructuras participativas
- Creación de consejos pastorales diocesanos con representación laical, sacerdotal y episcopal (cfr. Christus Dominus, 27).
- Celebración de sínodos diocesanos periódicos con consultas amplias antes de la toma de decisiones (Instrumentum laboris 2024).
Formación continua
- Programas de capacitación en discernimiento comunitario, evitando reducirlo a una mera votación democrática.
- Elaboración de materiales formativos accesibles, como La sinodalidad. Qué es y cómo vivirla en comunidad.
Transparencia en la gestión
- Publicación de informes financieros y pastorales, permitiendo a los fieles evaluar y proponer ajustes.
- Fomento de la rendición de cuentas como práctica habitual en las comunidades eclesiales.
Vida sinodal en parroquias
Asambleas comunitarias
Espacios regulares para escuchar a marginados, jóvenes y quienes se han alejado de la Iglesia. Como señala el documento final del Sínodo 2024, esto implica “puertas abiertas” físicas y simbólicas.
Corresponsabilidad en decisiones
- Elección de ministerios laicales (catequistas, agentes de caridad) mediante procesos participativos (Antiquum Ministerium, 2021).
- Integración de mujeres en roles de liderazgo, respetando la doctrina pero superando exclusiones culturales.
Celebración litúrgica como acto sinodal
- Uso de lenguajes y símbolos culturalmente relevantes para la comunidad local, sin perder la unidad católica (Sacrosanctum Concilium, 37-40).
Resistencias y desafíos
Clericalismo persistente
Algunos sectores interpretan la sinodalidad como una amenaza a la autoridad clerical. El Papa Francisco advierte: “El clericalismo es una perversión” (Evangelii Gaudium, 102) y que “una Iglesia autorreferencial enferma” (Discurso a la Cúria Romana, 2019).
Miedo al cambio estructural
Instrumentum laboris (2024) reconoce que ciertas diócesis ven la sinodalidad como “pérdida de identidad”, en lugar de entenderla como fidelidad dinámica al Evangelio.
Formación insuficiente
Muchos fieles y pastores desconocen los mecanismos de participación. Se requieren guías prácticas y procesos de concientización.

Documentos clave que impulsan el cambio
- Carta del Papa a los párrocos (2024): “Si las parroquias no son sinodales, tampoco lo será la Iglesia”.
- Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión (2024): Detalla el proceso de escucha en tres fases: diocesana, continental y universal.
Conclusión: ¿Realidad o ficción?
La sinodalidad es una realidad en construcción, con avances tangibles:
- Encuentros internacionales de párrocos, como el de Sacrofano en 2024, que diseñan estrategias prácticas.
- Reformas en estructuras diocesanas para incluir votaciones consultivas.
Sin embargo, persisten resistencias culturales y teológicas que requieren conversión pastoral. No es un modelo terminado, sino un camino que exige valentía para descentralizar el poder y confiar en la acción del Espíritu en todos los bautizados.
El Papa Francisco nos advierte: “Nunca llegaremos a ser Iglesia sinodal misionera si las comunidades parroquiales no hacen de la participación de todos el rasgo característico de sus vidas”.
El desafío es claro: ¡la sinodalidad solo será una realidad si cada bautizado asume su papel en la Iglesia! No basta con esperar cambios desde arriba; cada cristiano está llamado a ser fermento de renovación en su comunidad.
La sinodalidad no es un sueño, sino una invitación urgente a vivir el Evangelio en clave de comunión, participación y misión.
¿Serás parte del cambio o te quedarás esperando? La Iglesia sinodal comienza contigo.
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