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sábado, agosto 9, 2025

Laicos, Fe y justicia en tiempos oscuros

“El clericalismo, fomentado tanto por los mismos sacerdotes como por los laicos, genera un cisma en el cuerpo eclesial…”
— Papa Francisco, Carta al Pueblo de Dios, 20 de agosto de 2018


Cuando el silencio duele más que el rechazo

Hace un tiempo propuse una iniciativa concreta para revitalizar la vida laical en nuestra Iglesia local: crear una Junta Diocesana de Laicos y un espacio estable para formación, diálogo, discernimiento y acción social.

Por Néstor Ojeda – Comunicador católico

No fue una idea improvisada ni personalista. Fue una respuesta pastoral a las urgencias de nuestro tiempo. Pero fue ignorada. Sin rechazo explícito, pero sin acogida real. Ese silencio no me sorprendió: me confirmó que la Iglesia aún funciona con oídos sordos a las voces que nacen desde abajo.

Por eso esta propuesta ya no es un proyecto. Es un clamor. Un clamor que no se callará, porque viene del Espíritu que habla en medio del Pueblo.


Un modelo que asfixia

Nuestra estructura eclesial continúa marcada por el verticalismo y el clericalismo. La mayoría de los laicos sólo pueden opinar si tienen un cargo formal. Los demás: escuchan, rezan y obedecen.

La sinodalidad se predica, pero no se practica. Se consultan opiniones, pero las decisiones ya están tomadas. Se escucha, pero no se responde. Y los laicos siguen siendo feligreses pasivos, no protagonistas corresponsables.

Mientras tanto, la realidad arde: las comunidades se empobrecen, los jóvenes se alejan, el Evangelio se reduce a devociones sin encarnación.


Espiritualidad sin carne

La Iglesia impulsa la adoración eucarística, las novenas, las peregrinaciones, las cadenas de oración. Todo eso tiene valor. Pero ¿dónde está el compromiso concreto con la transformación de la realidad?

¿Dónde está la dimensión social de la Fe?
¿Dónde está la voz profética ante la desigualdad, la violencia, el hambre estructural, la destrucción del tejido social?

“Una fe auténtica… siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.”
Evangelii Gaudium, 183


Una propuesta para salir del encierro

La Junta Diocesana de Laicos no es un lujo ni un capricho. Es una respuesta evangélica. Su objetivo es generar:

  • Representación real de los laicos en los organismos diocesanos
  • Procesos de formación en espiritualidad, liderazgo y Doctrina Social
  • Espacios de escucha, planificación y misión compartida
  • Iniciativas de acción social y presencia pública en el territorio

Ahora, con un nuevo escenario abierto en la Iglesia universal tras la elección del Papa León XIV, propongo dar un paso más: crear un Espacio Diocesano de Formación y Acción en Doctrina Social de la Iglesia, articulado por laicos y abierto al discernimiento comunitario.

Ese espacio permitiría diagnosticar nuestras realidades locales, formar agentes de cambio y articular proyectos misioneros con impacto real, donde la Fe no quede atrapada en rezos ni en templos, sino que toque la carne herida del pueblo.


León XIV: una oportunidad providencial

La reciente elección del Papa León XIV, en continuidad con la tradición social de León XIII, marca un punto de inflexión. Nos recuerda que la Doctrina Social de la Iglesia no es un apéndice, sino el corazón encarnado del Evangelio.

En un mundo herido por la desigualdad, la violencia, la exclusión digital y el nihilismo existencial, la Iglesia no puede ni debe permanecer neutral. No estamos llamados al poder, sino al servicio. No al miedo, sino a la audacia evangélica.


Laicos: no súbditos, sino corresponsables

Nuestro bautismo nos constituye como miembros vivos, responsables y proféticos del Pueblo de Dios. Ya no hay lugar para una obediencia pasiva ni para la marginalidad eclesial.

“Es urgente que surjan laicos con una conciencia más clara de su identidad… Se necesita ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia.”
Evangelii Gaudium, 102

La sinodalidad no se declama. Se practica. Se camina. Se construye desde abajo.


Tiempo profético

Esta propuesta puede volver a ser ignorada. Pero no será inútil. Porque cuando el Espíritu toca el alma de los sencillos, ni el poder ni el silencio pueden callarlo.

A obispos, párrocos, religiosos y laicos comprometidos: escuchemos el clamor. No hay más tiempo para estructuras cerradas ni asambleas vacías. El Evangelio no es una consigna. Es fuego. Es justicia. Es vida compartida.

“La Iglesia no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia.”
Deus Caritas Est, 28

¿Y nosotros, los laicos?

No esperemos permisos para ser levadura. La Fe que no transforma, no es Fe viva. El Evangelio que no arde, no es Evangelio.

¿Qué vamos a hacer con este llamado? ¿Vamos a seguir rezanzdo para no actuar? ¿O vamos a actuar para que la oración se haga carne?


🔥 Compartí esta nota si también creés que el tiempo de los laicos ya llegó.

©Catolic.ar

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