“Solo la ley que nace de la dignidad del hombre podrá sostener la paz duradera”
Mientras el mundo parece girar cada vez más rápido en torno a los intereses económicos, la inteligencia artificial y la lógica del poder, el Papa Leo XIV irrumpió con una advertencia tan antigua como urgente: sin la Ley Natural como fundamento, las relaciones internacionales seguirán siendo frágiles, injustas y propensas al conflicto.
Por Redacción catolic.ar
Durante el Jubileo de los Gobiernos celebrado en el Vaticano, ante una representación de parlamentarios de todo el mundo, el pontífice propuso una “diplomacia con alma”, fundada no en estrategias de coyuntura ni en ideologías, sino en una verdad ineludible: cada ser humano tiene una dignidad que no depende del consenso ni del algoritmo.
🧭 Una ley escrita en el corazón
Recogiendo la sabiduría de los clásicos, Leo XIV citó a Cicerón para recordarle a los líderes mundiales que la ley natural es “la razón recta, conforme a la naturaleza, universal, constante y eterna”. No es propiedad de ninguna cultura, sistema político o religión: es una brújula moral inscrita en lo más profundo del ser humano, válida en Roma, en Buenos Aires o en Kinshasa, hoy como hace dos mil años.
Y fue más allá. Frente a la fragmentación ideológica que atraviesa al planeta, propuso redescubrir este principio como punto de referencia esencial para la política global. Una política que olvida esta ley cae en el relativismo, en el cinismo y, finalmente, en la violencia.
📉 De la desigualdad a la guerra
El Papa fue claro: la desigualdad estructural no es un simple problema económico, sino un escándalo ético. “Quienes viven en condiciones extremas claman, y a menudo no hay quien los escuche”, denunció. La sordera de las elites políticas e institucionales ante el sufrimiento de millones no solo es una omisión: es el caldo de cultivo de los conflictos armados y del odio social.
En un mundo atravesado por guerras abiertas —Ucrania, Palestina, Sudán— y guerras larvadas —tráfico de personas, hambre, desempleo estructural—, Leo XIV advirtió que la ausencia de una ley común y superior genera caos, y que solo reencontrando esa raíz compartida es posible tejer una paz real.
🤖 Inteligencia artificial, ¿al servicio del hombre?
Uno de los pasajes más notables del discurso fue su alerta sobre la inteligencia artificial. Lejos de rechazarla, el Papa la encuadró en una lógica ética: “las máquinas tienen una memoria estática, los seres humanos una memoria creativa”. La advertencia es clara: si la IA no se ordena a la dignidad humana, termina deformando la verdad, la libertad y la justicia.
En tiempos en que los sistemas de decisión automatizada comienzan a definir políticas migratorias, criterios de crédito, beneficios sociales y hasta diagnósticos médicos, Leo XIV levantó una voz profética: la técnica no puede reemplazar la conciencia. Y sin conciencia, no hay humanidad.
🕊️ La política como forma suprema de caridad
Recogiendo una célebre frase de Pío XI, el Papa volvió a recordar que “la política es la forma más alta de caridad”, cuando es ejercida con honestidad, servicio y visión trascendente. Y citó como modelo a San Tomás Moro, patrono de los políticos, quien prefirió perder su cabeza antes que traicionar su conciencia. Un santo mártir que sigue interrogando a muchos dirigentes de nuestro tiempo.
Desde esa perspectiva, Leo XIV pidió a los líderes presentes y ausentes que no se limiten a administrar lo existente, sino que se atrevan a transformar las estructuras injustas, aunque eso implique perder poder o privilegios.
🌍 Una llamada al alma de las naciones
¿Es posible, en pleno siglo XXI, hablar de ley natural sin ser acusado de fundamentalista o retrógrado? El Papa lo hace no desde el púlpito del poder, sino desde la voz del testigo. Lo que propone es profundamente subversivo: que el Derecho, la diplomacia y la economía reconozcan que existen límites éticos que no pueden ser ignorados.
Y eso implica una conversión institucional: que las leyes humanas no legalicen lo injusto, que las alianzas internacionales no sostengan dictaduras, que el desarrollo no olvide al niño por nacer ni al anciano descartado.
💥 Un llamado que interpela a todos
El discurso del Papa Leo XIV no fue solo un llamado a los políticos. Fue una invitación a cada cristiano, a cada comunidad, a volver a poner la dignidad humana en el centro. A construir desde abajo esa diplomacia del corazón que empieza en los gestos pequeños y que llega, por testimonio, hasta los foros internacionales.
Los creyentes —y especialmente los católicos— estamos llamados a anunciar sin miedo esta visión profética, incluso cuando incomode, incluso cuando cueste. Porque la ley natural no es un ideal abstracto: es el Evangelio escrito en la carne de los humildes, y defenderla hoy es una forma de martirio cotidiano.