Un mes después de su elección, el nuevo Pontífice marca con fuerza el rumbo de una Iglesia reconciliadora, desarmada, misionera y profundamente humana. León XIV no llega a gestionar el poder, sino a testimoniar el Evangelio en una humanidad herida y fragmentada. Su voz es un clamor de paz que interpela a creyentes y no creyentes.
Por Néstor Ojeda
El 8 de mayo de 2025, cuando el mundo entero miraba expectante hacia la chimenea de la Capilla Sixtina, pocos imaginaban la profundidad profética del mensaje que estaba por emerger. A las 18:07, la fumata blanca confirmó que la Iglesia tenía nuevo Papa. A las 19:23, se asomaba a la Logia Central un hombre de mirada firme y palabras humildes: Robert Francis Prevost, agustino, latinoamericano por adopción, tomó el nombre de León XIV. Lo hizo invocando la paz del Cristo Resucitado, “desarmada y desarmante, humilde y perseverante”.
A treinta días de aquel instante histórico, lo que parecía una elección tranquila comienza a revelarse como un giro espiritual de gran calado. León XIV no está inaugurando un pontificado burocrático, sino una travesía evangélica para la humanidad. Su mensaje no es ideológico ni diplomático: es evangélico. Denuncia la guerra, proclama la reconciliación y pone en el centro al ser humano herido.
“¡Nunca más la guerra!”: un grito que no negocia
Desde su primer Regina Caeli, el nuevo Papa alzó la voz con claridad meridiana: “¡Nunca más la guerra!”. No como consigna vacía, sino como exigencia ética y espiritual. El 11 de mayo, en una Plaza de San Pedro conmovida, pidió a los poderosos del mundo que trabajen por una paz “justa y duradera” en Ucrania, Gaza y todos los territorios desgarrados por la violencia.
Este clamor no es ingenuo. Es profundamente cristiano. León XIV entiende que la paz no es mera ausencia de conflicto, sino fruto de la justicia y del perdón. Como señala la Gaudium et Spes, “la paz nunca es un estado logrado de una vez por todas, sino una tarea que requiere constante vigilancia” (GS 78). Por eso, su insistencia es profética: la paz no se decreta, se construye. Y comienza por desarmar el lenguaje.
Desarmar las palabras para desarmar el mundo
“Desarmemos las palabras para desarmar la Tierra”, proclamó León XIV ante los medios de comunicación. En tiempos donde la violencia verbal precede a la violencia física, el Papa llama a frenar la “guerra de las palabras y de las imágenes” y a recuperar una comunicación que escuche, que no humille, que no mate.
Esta advertencia resuena como una advertencia evangélica frente a una cultura saturada de gritos, ironías, insultos y manipulaciones. Como recuerda el Papa Francisco en Fratelli tutti, “la agresividad social encuentra en los dispositivos móviles y en las redes un espacio de amplificación sin freno” (FT 44). León XIV llama a una comunicación cristiana que sea levadura de diálogo, no catalizador del odio.
Una Iglesia fermento de unidad y faro en la noche del mundo
El lema pontificio de León XIV, tomado de San Agustín –“In Illo unum” (“En Él somos uno”)– no es retórica vacía. Es un programa eclesial. Una Iglesia que no busca uniformidad, sino comunión en Cristo, capaz de anunciar esperanza en una humanidad rota.
En un mundo fragmentado, la unidad de los cristianos no es una cuestión opcional. Es un signo profético. “Que todos sean uno, para que el mundo crea” (Jn 17,21). León XIV retoma esta súplica de Jesús y la traduce en acción: tender puentes con otras confesiones, abrirse al diálogo interreligioso, erradicar prejuicios ideológicos, sanar divisiones internas.
“La Iglesia debe ser fermento de concordia y arca de salvación”, dijo en la Misa de inicio de su ministerio petrino. No es tiempo de cristianismos cerrados ni elitistas. Es tiempo de una Iglesia que se deje inquietar por la historia y abrace con ternura los dolores del mundo.
La no violencia como estilo de vida
Más allá de lo geopolítico, León XIV propone algo más radical: la no violencia como método y como estilo. No se trata solo de condenar las guerras ajenas, sino de examinar nuestras propias actitudes cotidianas. ¿Cómo tratamos al que piensa distinto? ¿Cómo resolvemos los conflictos en nuestras familias, comunidades, redes sociales?
La Evangelii Gaudium ya advertía que “la unidad prevalece sobre el conflicto” (EG 226). Ahora, León XIV retoma y profundiza esa lógica: sólo desde una cultura de la no violencia es posible reconstruir el tejido social y eclesial roto por años de polarización y exclusión.
Familia y compasión: dos pilares de una civilización reconciliada
El nuevo Papa no olvida el rostro concreto de la paz: las familias. Las llama “signo de futuro”, “Iglesias domésticas” donde se aprende a vivir el amor y el perdón. En un mundo donde las relaciones se fragmentan y banalizan, León XIV propone volver a la alianza esponsal como escuela de comunión.
Y junto a ello, recupera el valor olvidado de la compasión. “Antes que una cuestión religiosa, la compasión es una cuestión de humanidad”, repite. No es posible amar a Dios sin tocar las llagas del hermano. No hay cristianismo sin cercanía. No hay paz sin ensuciarse las manos por el otro.
“La compasión se aprende del corazón de Jesús”, dijo conmovido. Y añadió una frase que debería quedar grabada en piedra: “El otro no es un paquete para entregar, sino alguien por quien cuidarse”.
Una Iglesia que no administra, sino que testimonia
En solo treinta días, León XIV ha dejado claro que no quiere gobernar la Iglesia como un CEO global, sino testimoniar el Evangelio como discípulo servidor. Su estilo recuerda que el cristianismo no se impone: se propone. No se defiende: se encarna.
Este primer mes de pontificado no es un tiempo de protocolos, sino de señales. Y la señal es clara: la Iglesia que viene será más evangélica o no será. Será más pobre, más humana, más dialogante, más libre. Una Iglesia sin miedo a decir la verdad, pero también sin miedo a pedir perdón. Una Iglesia menos poderosa, pero más luminosa.
✨ Reflexión final: ¿qué Iglesia somos nosotros?
Las palabras de León XIV no son solo para obispos y diplomáticos. Son para vos, para mí, para todos los que creemos en Cristo. Nos sacuden. Nos despiertan. Nos interpelan: ¿Estamos siendo constructores de paz o cómplices de la división? ¿Nuestra fe se traduce en compasión o en juicio? ¿Nuestra Iglesia local es faro o es muralla?
Hoy el mundo no necesita una Iglesia perfecta, sino una Iglesia compasiva. No necesita líderes carismáticos, sino testigos fieles. No necesita más discursos, sino más ternura. El Papa ha hablado. Ahora es nuestro turno. La historia espera nuestra respuesta.
Fuente original: “León XIV, un mes de pontificado en nombre de la paz” – Vatican News
https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2025-06/leon-xiv-un-mes-de-pontificado-en-nombre-de-la-paz.html