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viernes, octubre 3, 2025

Nínawa Daher: la periodista que incomodó con la verdad, sirvió en silencio y hoy interpela a una Iglesia llamada a reconocer a sus santos de a pie

Cuando el periodismo se vuelve vocación y la vocación trasciende la pantalla

Fue abogada brillante, periodista de raza, hija agradecida de la comunidad árabe en la Argentina y mujer de fe que no tercerizó su compromiso. Nínawa Daher (1979–2011) dejó una marca que todavía hoy desarma los atajos del cinismo: profesional rigurosa, corazón inquieto, sensibilidad social concreta.

Murió a los 31 años en un accidente automovilístico, cuando su carrera estaba en ascenso, y su legado se multiplicó en obras y testimonios. En los últimos años, su nombre empezó a aparecer en conversaciones que desbordan la nostalgia: ¿hay en su vida materia para abrir una causa de santidad?

La pregunta no es oportunismo: surge del modo en que vivió, trabajó y sirvió; y también de una “fama de santidad” que, incipiente pero real, se abre paso entre periodistas, voluntarios, sacerdotes y familias alcanzadas por su ejemplo.


Vida y formación: excelencia académica, raíces y servicio temprano

Nacida en Buenos Aires el 3 de octubre de 1979, hija de Ghandour y Alicia, Nínawa creció en una familia de raíces libanesas que cultivó identidad, trabajo y fe. Egresó del secundario con el mejor promedio y se recibió de abogada en la Universidad de Buenos Aires con diploma de honor (8,78). Políglota —inglés, árabe y francés—, antes de la TV ya había asomado su vocación pública: coordinó áreas juveniles, impulsó espacios de participación y, con apenas 24 años, fue candidata a legisladora porteña.

Esa energía temprana no era figura de afiche; estaba sostenida por una ética aprendida en casa y afinada en el estudio.

Su identidad árabe-argentina no fue un detalle folclórico; la comprometió. Presidió la Juventud de la Federación de Entidades Argentino-Árabes de Buenos Aires, cofundó ámbitos de integración cultural y, desde 2002, condujo en Canal 7 Desde el aljibe, un ciclo que contaba historias y valores de su colectividad.

Ese puente —raíces que no encierran sino que abren— marcaría su modo de mirar el mundo: sin exotismos, sin prejuicios, buscando comprender para explicar mejor.


Periodista de internacionales: método, coraje y una brújula ética

En 2007 se sumó a C5N desde el inicio del canal y se consolidó en internacionales. Cubrió la gira presidencial a África en 2007 y a países árabes en 2010; luego condujo Resumen de medianoche. No era un “rostro”: era una cabeza que preparaba, una voz que preguntaba sin chicheos, un estilo sobrio que hoy extraña la TV.

Quienes trabajaron con ella subrayan dos rasgos que no abundan: preparación obsesiva y respeto por el espectador. En un ecosistema que suele premiar el grito, Nínawa sostenía la primacía del dato. Su timbre sereno no escondía complacencias: incomodaba con la verdad cuando hacía falta.

Fuera de cámara cultivó otra pertenencia: un grupo de periodistas católicos —“Gente de Prensa en Camino”— que rezaba, pensaba la profesión a la luz del Evangelio y buscaba “comunicar con verdad, vivir con esperanza”. Allí su fe no fue eslogan: se tradujo en coherencia profesional y obras concretas. En 2011, el Premio Santa Clara de Asís la reconoció —post mortem— por difundir educación, valores de familia y una sana recreación: no es un trofeo frívolo, es un termómetro eclesial sobre el impacto de su trabajo.


Accidente y conmoción: el dolor que pide sentido

La noche del 9 de enero de 2011, rumbo a Aeroparque, el auto en el que viajaba —conducido por su novio— rozó otro vehículo, perdió el control y chocó. Ella murió en el acto. El impacto público fue inmediato: colegas, dirigentes, autoridades y cientos de anónimos expresaron dolor y gratitud.

El Gobierno de la Ciudad colocó una estrella amarilla en el lugar del siniestro; homenajes y placas se multiplicaron en escuelas, parroquias y espacios públicos. Pero lo más importante no fue el bronce: fue la decisión familiar de transformar el duelo en servicio.


Fundación Nínawa Daher: la caridad que queda cuando se apagan las luces

Poco después de su partida, su familia creó la Fundación Nínawa Daher para honrar su pasión solidaria y su idea del periodismo como responsabilidad social. La fundación sostiene proyectos de accesibilidad, arte inclusivo (por ejemplo, el programa “Arte para Ciegos” en museos), becas, deporte y acciones de promoción humana, con fuerte anclaje en valores y espiritualidad.

Cada aniversario no es un acto melancólico sino un parte de misión: nuevas iniciativas, alianzas, mejoras de accesibilidad en espacios públicos, y una pedagogía de la esperanza que baja a tierra.

En ese trayecto, la figura de Nínawa empezó a ser nombrada no solo como “periodista ejemplar” sino como “testigo de fe” en ambientes diversos. Sacerdotes, comunicadores, voluntarios y familias comenzaron a contar favores, impulsos de conversión y decisiones de servicio inspiradas en su memoria. ¿Anécdotas sueltas? Algunas sí. ¿Una corriente constante? Empieza a parecerlo, al menos en círculos donde su vida dejó huella. Y aquí asoma la pregunta de fondo.


¿Puede promoverse su causa de santidad? Criterios, prudencia y señales

La Iglesia no canoniza “famosos” ni “buenas personas” sin más. Pide signos objetivos: fama de santidad espontánea y extendida; investigación diocesana sobre la heroicidad de virtudes (fe, esperanza, caridad, prudencia, justicia, fortaleza, templanza vividas de modo excepcional); y milagros atribuidos a su intercesión (salvo martirio u “ofrecimiento de la vida”).

El camino ordinario tiene cuatro etapas: Siervo de Dios, Venerable, Beato, Santo; se inicia cinco años después de la muerte y arranca en la diócesis. Todo esto se examina con lupa canónica, histórica y médica.

Aplicado al caso de Nínawa, hay elementos a favor y desafíos:

A favor

  1. Fama de santidad incipiente: su memoria moviliza oración, agradecimientos y obras. Hay artículos, homilías, misas y acciones que la señalan como testimonio cristiano, no solo como figura pública. Esa fama no puede ser fabricada y debe consolidarse en el tiempo. i
  2. Virtudes en vida pública: honestidad intelectual, servicio social, integración cultural, defensa de la dignidad. La recepción del Santa Clara de Asís y su trabajo en medios generalistas con una ética reconocida sostienen un “modo cristiano de comunicar” inusual en la TV.
  3. Frutos post mortem: la continuidad de su obra en la fundación y su proyección plural (accesibilidad, educación, cultura) hablan de una fecundidad espiritual —un criterio clásico en la tradición de la Iglesia— que trasciende la admiración.

Desafíos

  1. No es causa por martirio: su muerte fue un siniestro vial, no por odio a la fe. Esto pide probar virtudes heroicas y, para beatificación, un milagro verificado.
  2. Documentación rigurosa: hay que reunir escritos, emisiones, testimonios bajo juramento, informes sobre su vida espiritual (dirección, sacramentos, obras de caridad), y discernir la vida ordinaria vivida de modo extraordinario, lejos de idealizaciones.
  3. Fama no procurada: la Iglesia exige que la reputación de santidad sea espontánea y no “construida” por estrategias de marketing piadoso. Es clave el equilibrio entre promover su memoria y dejar que el Pueblo de Dios hable.

¿Hay indicios de que algo ya empezó? En 2025, artículos de opinión y notas en medios generalistas mencionan “pasos iniciales” o “incipiente causa” en el ambiente eclesial, y páginas especializadas en causas de santos recogen su historia y actualizaciones. No equivale a un proceso formal —que exige decreto diocesano—, pero sí muestra ecos de discernimiento y una fama en crecimiento.


Lo que cuentan quienes la conocieron: el secreto no era la cámara

El recuerdo que se repite no es el de un set luminoso, sino el de una mujer que rezaba y servía sin alardes. La madre de Nínawa suele definirla como “obsesionada por la ética”, y los homenajes que recibió —desde la Plaza de los Periodistas hasta distinciones culturales y comunitarias— hablan de una coherencia que no concede. También hay testimonios de colegas sobre su pudor profesional: no sacaba rédito de su fe; la vivía. Ese dato, en tiempos de exhibicionismo espiritual, pesa.

En clave eclesial, su pertenencia a grupos de periodistas católicos y su compromiso con instituciones como el Patronato de la Infancia exhiben un catolicismo concreto: misa, oración, servicio. No postureo. Para una eventual causa esto importa: la santidad no es una emoción, es un estilo de vida sostenido en opciones cotidianas.


La actualidad de su legado: comunicar con verdad, vivir con esperanza

En un ecosistema mediático saturado de ruido, la figura de Nínawa desafía a periodistas y audiencias: criterio, contexto, compasión. En sus coberturas internacionales no caricaturizaba al mundo árabe ni a los cristianos de Oriente; sabía que la identidad bien vivida construye puentes. En la Argentina, esa mirada puede sanar discursos que hoy incendian por clics y fracturan por negocio.

La fundación, por su parte, ofrece una pista para salir de la “solidaridad-slogan”: proyectos con método, evaluación y anclaje espiritual. Accesibilidad, arte para ciegos, becas… no es caridad que entretiene culpas; es justicia con ternura. Ahí late una santidad laical moderna y posible: amar a Dios sirviendo bien y con profesionalismo.


¿Cómo se promueve, paso a paso, una causa hoy?

  1. Actor de la causa: puede ser la diócesis, la congregación o —con autorización— una fundación. Debe existir capacidad moral y jurídica para sostener el proceso.
  2. Postulador: nombrado por el actor, conduce la recogida de pruebas y la elaboración de la positio. Puede haber vicepostuladores.
  3. Apertura diocesana: el obispo de la jurisdicción donde murió (Buenos Aires) investiga vida, virtudes y fama. Se colectan escritos, archivos audiovisuales, testimonios.
  4. Fase romana: el Dicasterio estudia la positio; si se reconocen virtudes heroicas, el Papa declara “Venerable”. Para beatificar, se requiere un milagro probado; para canonizar, otro posterior.

Qué se necesita hoy, concretamente, si se quisiera avanzar con Nínawa

  • Recolectar testimonios bajo forma canónica (no solo notas periodísticas): colegas, sacerdotes, amigos, beneficiarios de su ayuda.
  • Resguardar y ordenar su producción: guiones, emisiones, artículos, correspondencia, diarios, notas espirituales.
  • Dossier de obras: impacto verificable de la fundación y frutos espirituales asociados a su memoria.
  • Registro de presuntas gracias: favores obtenidos “por su intercesión” con datos médicos y eclesiales; discernir con prudencia.
  • Evitar el triunfalismo: acompañar con oración y discreción; dejar que la fama crezca o no sin artificios.

Objeciones honestas (y respuestas serias)

“Fue una profesional destacada, pero eso no es santidad”. Cierto: el estándar eclesial no canoniza curriculum. Pero pide virtudes heroicas en vida ordinaria. Aquí la clave es probar —con hechos y testigos— una caridad operativa, una templanza en la exposición pública, una justicia en lo opinable y una fe que modeló decisiones. Eso se investiga; no se declama.

“Hay emoción reciente y medios que inflan”. La Iglesia desconfía de burbujas de devoción. Por eso exige fama espontánea y estable. Quince años después, si la memoria sigue generando bien concreto —y sin estridencias—, la objeción pierde fuerza. El tiempo es cribador.

“Sin milagro no hay beatificación”. Es verdad para la vía de virtudes. Por eso la importancia de registrar presuntas gracias y someterlas a peritajes. Nadie fuerza a Dios, pero sí se custodian bien los signos.


Una síntesis para el discernimiento eclesial

Hechos verificables:

  • Abogada UBA con diploma de honor; periodista en Canal 7 y C5N; cobertura de giras presidenciales; conducción en noticiero. Reconocimientos: Santa Clara de Asís (post mortem), distinciones y homenajes públicos. Accidente: 9/1/2011 en Buenos Aires.
  • Fundación activa con programas de accesibilidad, arte para ciegos, educación y solidaridad; crecimiento sostenido y presencia pública.

Signos cualitativos:

  • Coherencia ética en medios laicos, servicio social previo a la fama, articulación fe–profesión, memoria que inspira oración y obras.

Estado del clima eclesial:

  • Menciones recientes en prensa y redes de un “inicio de pasos” o de una conversación eclesial en torno a su figura; presencia en sitios dedicados a las causas de los santos en Argentina. (Esto no equivale a proceso formal abierto, pero indica interés y “fama en camino”).

Conclusión: una interpelación para comunicadores y para la Iglesia en salida

Nínawa no fue perfecta —nadie lo es—. Pero en un ambiente donde la tentación de “ser” antes que servir es permanente, eligió la honestidad como marca; y en un tiempo de cinismo que todo lo trivializa, puso su fe a trabajar sin pancartas.

Si la Iglesia quiere hablarle al siglo XXI sobre santidad laical, rostros como el de Nínawa —profesional exigente, mujer de oración, solidaridad con método— ayudan a narrar ese Evangelio encarnado. No porque haya iluminado una pantalla, sino porque encendió conciencias.

¿Se puede promover su causa? Sí, si hay pueblo de Dios que la sostenga con oración, testimonios y prudencia; si la diócesis discierne signos reales y no espejismos, y si las “gracias” se registran con seriedad. Nada de campañas: santidad, no marketing.

De nuestra parte —periodistas, creyentes, ciudadanos— queda el trabajo simple y profundo: imitar lo que de Cristo vimos en ella: mirar con respeto, decir la verdad sin herir la dignidad, y convertir el dolor en servicio. El resto, si Dios quiere, vendrá por añadidura.


Fuentes consultadas clave

  • Biografía y trayectoria de Nínawa Daher; cargos comunitarios; carrera en Canal 7 y C5N; premios y homenajes.
  • Crónica del accidente, contexto y homenajes públicos; cobertura periodística.
  • Fundación Nínawa Daher: misión, programas y acciones recientes (accesibilidad, arte para ciegos, educación).
  • Artículos de opinión y menciones sobre una incipiente conversación eclesial en torno a su figura.
  • Marco canónico: etapas de una causa, fama de santidad, rol del Dicasterio, requisitos de milagros.

Epílogo — Oración breve (para uso personal)

Señor Jesús, que elegiste a los humildes para mostrar tu luz, te damos gracias por el testimonio de Nínawa. Enséñanos a comunicar con verdad, a servir con alegría y a vivir nuestra fe en lo cotidiano. Si es tu voluntad, concede a tu Iglesia los signos necesarios para reconocer en ella un camino de santidad. Amén.

©Catolic
Néstor Ojeda
Néstor Ojedahttps://www.catolic.ar
Néstor Ojeda es periodista y comunicador católico de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Durante más de diez años condujo programas en LT11 AM y fue productor de la serie “Los santos de la puerta de al lado”. Fundador de la Red Solidaria local, recibió el Premio Nacional “Gota en el Mar” al Periodismo Solidario. Actualmente dirige el portal catolic.ar, dedicado al análisis crítico de la actualidad social y eclesial.

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