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sábado, septiembre 27, 2025

Santa María la Mayor, las tumbas de los Papas y la devoción popular

La basílica de Santa María la Mayor ha estado siempre presente a lo largo del pontificado de Jorge Mario Bergoglio: desde su elección hasta el alta tras su última hospitalización en el Policlínico Gemelli de Roma. Francisco no es el primer Papa que es enterrado en esta iglesia tan vinculada al pueblo de Roma. Monseñor Lonardo: «El amor a Dios pasa por la Virgen».

Paolo Ondarza – Ciudad del Vaticano – Vatican News

«Una elección que expresa el amor a la Virgen y cuánto la fe tiene de dimensión popular, carnal, material. El amor a Dios pasa a través de Ella, que nos dio a Jesús». Así comenta monseñor Andrea Lonardo, director de la Oficina para la Catequesis y el Catecumenado de la diócesis de Roma, el deseo expresado por Francisco de ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor. Una expresión del amor del Papa por la «Iglesia popular».

«Nuestra teología -observa Lonardo- es a veces aristocrática, desdeñando el rosario, la oración de la gente sencilla que se dirige a la Virgen. Pensemos también en la estatua de San José dormido, el santo que oye los sueños: el Papa la tenía sobre su escritorio y le confiaba notas con sus oraciones. Todo esto no está en contradicción con la cultura. En una entrevista reciente, el Papa Francisco dijo que no quería «sacerdotes burros». Dijo: ‘No podemos formar sacerdotes que no conozcan la literatura, a Dostoievski, porque la literatura ayuda a comprender al hombre’. Durante la Convención Nacional de la Iglesia italiana en Florencia, en 2015, invitó a mirar a don Camilo que hace equipo con Peppone: un personaje inventado, pero que, subrayó, hace muy bien»

Monseñor Andrea Leonardo, hablando de Santa María la Mayor, hay que recordar que es la primera basílica construida por voluntad de los Papas. ¿Qué significa esto?

Por encargo y con el dinero de los papas, porque las basílicas anteriores, constantinianas, habían sido pagadas por el emperador. Fue reconstruida un año después del Concilio de Éfeso, en 431. Sixto III quiso dedicarla al culto de la Virgen María en el 432, porque la terminología «María, Madre de Dios» había sido defendida en Éfeso.  En el dogma cristológico de Nicea en 325, cuyo aniversario cae este año, se afirmaba que Cristo es verdaderamente Dios. María no es sólo la Madre de Jesús, sino que es la Madre del Hijo de Dios hecho carne, por lo que hay que decir que la Virgen es la Madre de Dios. El Papa quiso reconstruir esta iglesia en el año 432 para que toda Roma recordara con una basílica la importancia de Nuestra Señora, Madre de Dios, de Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre.

En Santa María la Mayor están enterrados varios papas, algunos de ellos particularmente vinculados a la espiritualidad franciscana. ¿Los recordamos?

Hay siete Papas enterrados en la Basílica y el Papa Francisco será el octavo. Es hermoso pensar que será enterrado junto a Honorio III, el Papa aprobó la regla de los franciscanos. San Francisco acudió a Honorio III, que aprobó su regla y le pidió la indulgencia de la Porciúncula. En el documento de proclamación del Jubileo, el Papa Francisco recuerda que el Jubileo llega después de la experiencia del Papa Celestino, de la experiencia de Santiago de Campostela y de la experiencia de Francisco de Asís.

También está enterrado en Santa María la Mayor el primer Papa franciscano, Nicolás IV, que encargó los mosaicos del ábside a Jacopo Torriti, un mosaiquista que quizá perteneció a la Tercera Orden franciscana.

Esa coronación es una imagen esponsal. Describe la ternura de la que habló el Papa Francisco: una imagen nupcial. La Virgen representa a toda la Iglesia que celebra sus nupcias con Cristo. Cristo tiene un libro en el que están las palabras del Cantar de los Cantares: «Ven elegida mía y te pondré en mi trono».

Hablando de los sepulcros en Santa María la Mayor, hay uno muy especial. En este caso no se trata de un Papa. ¿Quiere contarnos la historia?

Esta historia es muy interesante: se trata del embajador del rey del Congo que vino a Roma en 1607, también durante los años de Caravaggio. Se llamaba Antonio Emanuele Ne Vunda. Tuvo una serie de percances en su viaje, fue saqueado por piratas y llegó febricitante a Roma, donde murió en 1608. El Papa decidió hacerle una tumba justo dentro de la Basílica, en la antisacristía, donde hay un mármol negro para representar su tez con dos ojos muy blancos. Vino a pedir al Papa protección contra los colonizadores portugueses y, de hecho, el reino del Congo es el primer reino cristiano de África después de Etiopía.

El Papa Francisco escribió en su testamento: «Pido que se prepare mi tumba en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal». Es decir, junto a la Salus Populi Romani, «Virgen de la ternura y del consuelo»…

Sí, la Salus Populi Romani es un icono muy antiguo, aunque menos de lo que se creía hace muchos siglos: se creía que era una imagen acheropita, no pintada por manos humanas, atribuida a San Lucas. Representaría a la Virgen con el Niño, pintada directamente por el evangelista. Probablemente data de finales de la Edad Media. Representa precisamente una síntesis de la imagen conocida como Glicofilusa, es decir, de la ternura. Es una Virgen dulce con el Niño, con una mirada, también él, muy dulce. Es la ternura de la que tantas veces nos ha hablado el Papa Francisco, pero también es la Odigitria, la que señala la salvación. Cristo es la Palabra, de hecho, tiene el libro: significa que por primera vez el Verbo se hace carne.  Ella es la Salus Popoli Romani, la imagen a la que el Papa Francisco está muy unido porque pedía la salvación para sí mismo, para la Iglesia, para el mundo entero, para los pobres, para los emigrantes. Es la imagen a la que todo el pueblo romano hizo voto en 1944, cuando pidió que Roma se salvara en el paso de la guerra, como de hecho sucedió.  Es la imagen para pedir, de esta manera «popular», verdadera, porque la Virgen es verdaderamente la Madre del Hijo, la salvación de la humanidad.

Néstor Ojeda
Néstor Ojedahttps://www.catolic.ar
Néstor Ojeda es periodista y comunicador católico de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Durante más de diez años condujo programas en LT11 AM y fue productor de la serie “Los santos de la puerta de al lado”. Fundador de la Red Solidaria local, recibió el Premio Nacional “Gota en el Mar” al Periodismo Solidario. Actualmente dirige el portal catolic.ar, dedicado al análisis crítico de la actualidad social y eclesial.

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